viernes, 1 de agosto de 2008

Clase 6 - Ejercicios Prácticos


Échale una ojeada a tu catálogo de creencias y pregúntate si no será la falta de fe en el bien universal lo que lastra tu desarrollo.

¿De verdad eres capaz de imaginarte de un modo realista como una persona con éxito, satisfecha, próspera y realizada?

¿Eres realmente capaz de abrir los ojos a la bondad, a la belleza y a la abundancia que te rodea?

¿Puedes imaginar este mundo transformado en un entorno feliz, próspero e iluminado en el que todos puedan desarrollarse con prosperidad?

Si no eres capaz de crear la imagen de un mundo bueno y potencialmente gratificante para todos, tendrás dificultades para crear lo que deseas en tu vida.

Esto es debido a que la naturaleza humana se mueve básicamente por el amor, y por tanto, la mayoría de nosotros no aceptaría tener lo que quiere en tanto considere que con ello puede privar a otros de tener lo mismo.

Tenemos que comprender, de un modo profundo, que tener lo que queremos en la vida contribuye a la felicidad general de la humanidad y a que los demás sean capaces de crear más felicidad en sus vidas.

Para crear prosperidad, debemos visualizarnos a nosotros mismos llevando el tipo de vida que deseamos llevar, haciendo lo que nos gusta y sintiéndonos satisfechos con las metas que alcanzamos, y todo ello dentro de un contexto en el que los demás hagan lo mismo.

Como un simple pasatiempo, ensaya este ejercicio que estimula la imaginación y aumenta la capacidad de visualizar la verdadera prosperidad:


Meditación sobre la abundancia

Póngase cómodo y relájese completamente.

Imagínese en un bonito entorno natural —por ejemplo, sobre la hierba, en un prado con un encantador arroyo o sobre la arena inmaculada de una playa.

Pase algunos momentos imaginando los hermosos detalles y contémplese disfrutándolos y gozando de todo.

Luego empiece a caminar hasta llegar a un lugar totalmente distinto.

Acaso a un trigal dorado y undoso, o un lago de aguas cristalinas en donde nadar.

Continúe vagando y explorando, yendo a lugares cada vez más delicadamente hermosos y variados —montañas, bosques, desiertos, todo lo que conciba su fantasía—y dedique algún tiempo a admirarlos.

Imagínese ahora de regreso a su casa, en un entorno sencillo pero cómodo y acogedor, el que más se amolde a sus deseos.

Imagínese en una bella localidad rodeado de una familia encantadora, de amigos verdaderos.

Véase realizando el trabajo que le apasiona y que le permite expresar su creatividad del modo que más le satisface. Sus esfuerzos se ven ampliamente recompensados con su satisfacción interna, la estima de los demás y unos copiosos ingresos. Imagine que se siente plenamente realizado y disfruta al máximo de su vida.

Ahora, vuelva atrás e intente imaginar un mundo lleno de gente que vive de una forma sencilla pero colmada de abundancia, en mutua armonía y en paz con el mundo.

Haga después estas afirmaciones:

En la sencillez encuentro la prosperidad.

Éste es un universo rico en el que hay suficiente para todos.

La abundancia es mi verdadero estado. Estoy dispuesto a aceptarla plena y gozosamente.

Dios es una fuente continua e inagotable que me provee de todo.

Deseo ser próspero y feliz. Y ahora soy próspero y feliz.


Cuanto más próspero soy, más tengo para compartir con los demás.

Estoy dispuesto a aceptar toda la dicha y toda la prosperidad que la vida tiene que ofrecerme.

Me comprometo a hacer un mundo más feliz y pródigo para todos.

El éxito económico viene hacia mí fácilmente y sin esfuerzo.

Gozo actualmente de una gran prosperidad económica.

La vida se ha hecho para gozar y estoy dispuesto a disfrutarla.

Riquezas infinitas fluyen pródigamente hacia mi vida.

Soy rico en mi conciencia y en mi expresión.

Tengo dinero más que suficiente para mis necesidades.

Tengo unos excelentes ingresos cada mes.

Mi economía mejora cada día.

Me siento perfectamente, rico y feliz.

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